Existe un debate en este tema, pues están los que dicen colecho sí o colecho no. Ni siquiera los científicos se ponen de acuerdo en torno a esta cuestión. Quienes están de acuerdo con que los bebés duerman en la misma cama de sus padres, señalan como mayor ventaja el hecho de que esta práctica favorece la lactancia materna, además de una mejor calidad de sueño para el niño y de que se fortalecen los vínculos emocionales entre los padres y el bebé. Por eso, el colecho se considera uno de los factores claves de la crianza con apego.
Por su parte, los detractores de esta práctica enfatizan que multiplica hasta por cinco las probabilidades de que el bebé padezca el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), incluso aunque no existan otros factores de riesgo. En su último documento de recomendaciones de consenso, la Asociación Española de Pediatría (AEP) explica que la forma más segura de dormir para los bebés menores de seis meses es “en su cuna, boca arriba, cerca de la cama de sus padres”, ya que “existe evidencia científica de que esta práctica reduce el riesgo de SMSL en más del 50%”.
Un estudio realizado en la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, señala que dormir con los padres mejora el ciclo del sueño de los bebés, al mismo tiempo que reduce sus niveles de cortisol, la hormona asociada a la generación tanto de estrés como de miedo. Pero, además, facilita la eliminación de toxinas a nivel cerebral.
Los defensores de dormir junto a sus bebés aseguran que la comunicación entre padres e hijos es mucho más fuerte gracias al colecho, además de que la madre que da de amamantar a su hijo puede darle de comer de una forma mucho más cómoda que si tuviera que levantarse a mitad de la noche y trasladarse a otra habitación.
Lo que sí recomienda el Comité de lactancia materna es disponer algunas precauciones: por ejemplo, desaconseja la presencia de peluches en la cama, para no confundirlos con el bebé, así como el uso de almohadas de gran tamaño, ya que se corre el peligro de que el pequeño quede atrapado en alguno de los movimientos que hagamos.
Ahora bien, al optar por el colecho, surge luego otra cuestión: ¿hasta cuándo practicarlo?
Los investigadores que llevaron a cabo ese estudio en Sudáfrica, recomendaron a los padres disfrutar del colecho hasta que los menores cumplían los 3 años, ya que esa es la fecha en la que el niño debe comenzar a dormir solo para desarrollarse completamente y dar paso a su proceso de independencia paternal.