Muchas veces las discusiones son inevitables, sin embargo, debemos saber cuándo y dónde tenerlas. Discutir entre pareja puede tener un efecto nocivo sobre los niños en dependencia del tono en que se desenvuelva.
Sin embargo, no importa la magnitud de las discusiones, crecer en un clima familiar tenso puede provocar trastornos emocionales profundos. Así, discutir frente al niño favorece la aparición de problemas como la ansiedad y la falta de autoestima.
Las reacciones pueden variar dependiendo de cada niño. Algunos actúan como si no pasara nada; otros pueden desarrollar un miedo terrible, lo cual sin duda afectará su crecimiento emocional.
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Por lo tanto, se debe tratar que las discusiones siempre tengan lugar donde los críos no se encuentren presentes. Es probable que sepan que su mamá y papá han discutido, pero no sentirán que forman parte de la pelea.
Algunas consecuencias en los pequeños de las discusiones son:
- Mayor frecuencia cardíaca
- Desequilibrios en las hormonas relacionadas con el estrés
- Ansiedad
- Problemas de conducta
- Retrasos en el desarrollo del cerebro
- Problemas de sueño
¿Qué podemos hacer para evitar esta situación?
Asistir a terapia de pareja sirve para mejorar la comunicación y restablecer un equilibrio entre mamá y papá. Por otro lado, la terapia familiar es idónea cuando el crío presenta comportamientos inadecuados o síntomas psicosomáticos que requieren de intervención profesional.
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