Dormir bien, herramienta indispensable para disminuir la fatiga y síndrome de fatiga crónica en supervivientes a la infección por COVID-19

by / Comentarios desactivados en Dormir bien, herramienta indispensable para disminuir la fatiga y síndrome de fatiga crónica en supervivientes a la infección por COVID-19 / 28 septiembre, 2020

El dormir bien es una de las herramientas al alcance de todos para disminuir la fatiga y el síndrome de fatiga crónica (SFC) para pacientes supervivientes a la infección por la COVID-19, comentó el Dr. Sergio Zúñiga Sánchez, médico docente de la Universidad del Valle de México Campus San Rafael.

Al pronunciar la ponencia vía virtual, Fatiga y síndrome de fatiga crónica (SFC) en pacientes supervivientes a la Infección por COVID-19, el Dr. Sergio Zúñiga explicó que el cansancio o agotamiento, en particular en el paciente que fue víctima de COVID y que ya superó la enfermedad, se puede observar cómo esta fatiga puede llegar a progresar a una circunstancia más compleja que se denomina SFC y que no es solamente cansancio, sino que se suman otros síntomas.

“Este síntoma es una consecuencia esperada de los pacientes que tuvieron COVID, para la que no hay mucho medicamento. El síntoma más marcado en un paciente post COVID es la fatiga con un 53.1%; le sigue la disnea con un 43.4%, la disnea es la dificultad para respirar, el paciente habla y se cansa, se abrocha las agujetas y le toma un tiempo para recuperarse, sube escalones y se cansa”, explicó.

En los casos en que los pacientes post COVID 19 padecen disnea, la desaparición de este síntoma puede tardar meses. “Por desgracia su cura puede ser en un mes, dos o tres meses, depende cómo sea su lesión pulmonar. Hoy sabemos que las lesiones pulmonares en buena parte se recuperan, se toman tomografías de lesiones en el pulmón que se encuentra en un 50%, después de 3 o 4 meses esos pulmones que estaban lesionados se recuperan y llegan a mejorar a un 10% de la lesión, esto es una bendición porque parece que el cuerpo también se recupera”, señaló.

Después de la fatiga y la disnea, siguen en orden de frecuencia, el dolor articular en 27% de los casos; posteriormente, el cuarto síntoma es dolor de pecho o torácico en un 21.7%. Además “puede haber tos, rinitis, escurrimiento nasal, conjuntivitis”.

El doctor Zúñiga agregó que también se puede presentar dolor de cabeza, producción de flema, disminución de apetito, persistir el dolor de garganta al pasar los alimentos o líquidos; o incluso presentar vértigo o mareo, dolores musculares y diarrea.

“Un paciente que ya se recuperó de COVID, que ya le dimos el alta médica, pareciera que apenas va a empezar su tratamiento, es decir, va a tener que llevar un proceso de rehabilitación respiratoria, física y apoyo psicológico para sobrellevar todas estas secuelas que están altamente presentes en buena parte de los pacientes post COVID, entonces hay que seguir atendiéndolos y apoyándolos, porque pareciera que ya pasó la parte más difícil, pero hay que seguir de la mano con esos pacientes”, dijo.

El Doctor detalló que la fatiga es básicamente cansancio, pero si esta escala y surgen más elementos se denomina como síndrome de fatiga crónica (SFC), la cual se conoce también como encefalomielitis miálgica; se trata de una enfermedad bien reconocida por la OMS y clasificada por el CIE-10, que es un catálogo internacional de enfermedades con el código G93.3.


“¿Qué nos dice este síndrome de fatiga crónica?, que va a estar presente en el paciente si tiene cansancio, sueño, dolor muscular y articular, son circunstancias constantes y que ya hemos visto en pacientes que se han recuperado de COVID, es decir, que ya han pasado dos meses y que el paciente dice: me siento muy cansado, tengo mucho sueño y además hay días que tiene dolor desde muy leve hasta insoportable de músculos, de un músculo o de grupos musculares haya hecho movimientos el paciente o no”.

“Incluso un dedo, la rodilla, la cadera tienen dolor; en el bíceps, la parte delantera de la pierna duele mucho. Hemos visto y es importante resaltarlo, que esos síntomas aparecen y desaparecen, son fluctuantes, es decir, podemos estar 5 días sin molestias y sin fatiga, y el paciente puede decir: ya estoy muy bien, ya voy a hacer ejercicio y al siguiente día, ¡sorpresa!, despierta con los síntomas y en la noche vuelven a aparecer, son síntomas fluctuantes. No sabemos hoy en día que esté pasando, pero sí sabemos que es a consecuencia de la infección viral”, manifestó.

La fatiga post infecciosa en algunos pacientes recuperados de COVID-19, ha sido descrita en varias publicaciones que dicen, que de 640 pacientes con COVID-19 que experimentaron síntomas más de dos semanas, 91% no se recuperaron después de los 40 días de presentar estos síntomas; el 70% desarrolló nuevos síntomas en diferentes etapas de la enfermedad, entre ellos la fatiga y dolor muscular. Estos hallazgos sobre COVID19, refuerzan el argumento de que una parte de los sobrevivientes experimentará una variedad de complicaciones de salud a más largo plazo.
Al hacer recomendaciones de cuidado y autocuidado para pacientes post COVID-19 que presentan el SFC, mencionó que es importante tener higiene del sueño, es decir, regular el ciclo de sueño, dormir bien, corregir malos hábitos y, si se requiere hacer uso de psicoterapia y hacer uso de fármacos, se debe considerar. “El dormir bien es la primera herramienta que tenemos para disminuir el síndrome de fatiga crónica”.
Otras sugerencias para una buena noche de sueño son: dejar de usar el celular o ver televisión al menos una hora antes de acostarse a dormir, apagar la luz de la recamara, procurar tener una temperatura templada, tratar de eliminar los ruidos intermitentes, evitar del todo fumar, pero especialmente, evitarlo antes de dormir, cenar ligero y dejar pasar dos horas antes de irse a la cama; disminuir el consumo de café en la noche.

RECOMENDACIONES Y AUTOCUIDADO EN FATIGA
• Higiene del sueño, regular el ciclo de sueño, dormir bien; corregir malos hábitos, en caso de ser necesario psicoterapia, considerar fármacos con vigilancia médica.
• Dosificar la energía respecto al esfuerzo; realizar tareas como cuando estaba sano, pesas, actividad física. Poner atención en no hacer más de lo que le permite su cuerpo, evitar sobreesfuerzos, y llevar actividad de tipo moderada y escalonada.
• Difícil, pero hay que evitar el estrés o los desencadenantes.
• Terapia psicológica (cognitiva-conductual) para afrontar los síntomas y reconocer los límites.
• Dieta sana y equilibrada.
• Ejercicios de relajación, desde respiración profunda, masaje, meditación, yoga.
• Apoyo de familiares y amigos.