Hoy en día, el nivel de obesidad que se vive entre la población de nuestro país, esto ha destado una gran polémica respecto al sistema sobre el Etiquetado nutrimental para productos industrializados en México.
Antes esta coyuntura, la Dra. La Dra. Susana Socolovsky, Doctora en Ciencias Químicas por la Universidad de Buenos Aires y Presidenta del Congreso Latinoamericano de Ciencia y Tecnología de Alimentos, y una eminencia en todo lo relacionacionado a etiquetado y educación nutrimental, vino a nuestro país para participar en el Foro denominado “Tecnología, Innovación y Etiquetado Nutrimental.
Durante su ponencia, la Dra. Socolovsky, fue clara y rechazó el modelo de Etiquetado Frontal de Advertencia que algunos grupos están proponiendo implementar en México, el cual está basado en el modelo chileno, indicando que es equivocado, ya que en él solamente se señala en rectángulos negros las las leyendas “alto en azúcares” o “alto en grasas saturadas”, lo cual no es claro para el consumidor, además de que generalizará productos independientemente a su composición nutrimental.
A lo largo de su ponencia, Socolovsky destacó un ejemplo en el que una mermelada elaborada con sustitutos de endulzantes que no representa riesgo de ingesta excesiva de calorías, tendría la misma etiqueta que una mermelada común elaborada con azúcar al 100 por ciento. Es decir, el consumidor no podría diferenciar con ese tipo de etiquetado el contenido nutricional entre un producto y otro para poder tomar la decisión de cual debe consumir.
A la par de esto, la Presidenta del Congreso Latinoamericano de Ciencia y Tecnología en Alimentos señaló que si la medida del etiquetado de advertencia se aplica en México, el 95 por ciento de los productos del supermercado quedarían señalados, tal como está sucediendo en Chile en donde de acuerdo con declaraciones hechas al diario “El Mercurio”, el propio Ministro de Salud, Jorge Mañalich, el consumidor se está haciendo insensible a ese tipo de etiquetado. Por lo que la especialista recomendó en México la implementación de una estrategia educativa basada en porciones de ingesta y tipos de alimentos adecuados.
La doctora también enfatizó su rechazo a una correlación directa entre consumo de alimentos procesados y obesidad, ya que mientras en América Latina el consumo de estos productos subió un 48% entre 2000 y 2013, en países asiáticos el incremento fue de 115%, y en Corea y Japón, por ejemplo, el índice de obesidad es de solo 6%.
“La obesidad es multicausal. Es ingenuo pensar que solo dependa de alimentos envasados”. Del total de calorías que consumen los mexicanos, solo el 30% provienen de alimentos procesados, por lo que es equivocado señalar que los índices de obesidad son propiciados por ello.
En este sentido, es importante traer a la mesa las recomendaciones que hace la Organización Mundial de la Salud en su Manual de Guías y Principios para Etiquetado de Productos las cuales desde su óptica contribuirán a que se pueda tener una dieta saludable. La OMS señala que el etiquetado debe ser interpretativo, basado en símbolos, colores, palabras o elementos cuantificables. El contenido debe abarcar criterios nutrimentales e ingredientes con el objetivo de facilitar decisiones informadas por parte del consumidor y así contribuir a la promoción de dietas saludables. El etiquetado también debe permitir la comparación adecuada entre categorías de alimentos, dentro de la misma categoría y entre otros alimentos.
Curiosamente el modelo Chileno que arrancó en 2016, deja de lado estas características, toda vez que sólo prohíbe, descalifica y hace señalamientos en lugar de educar a la población, probablemente sea por eso que desde 2016 lejos de controlar, la obesidad ha crecido 2.2% en la nación Sudamericana.
Sin duda, el tema de la obesidad hay que mirarlo muy de cerca y considerar que no hay soluciones mágicas, requiere de mucho trabajo y educación nutricional y fomento a la cultura de la educación física.