Últimamente la adquisición de mascotas, ya sean compradas o adoptadas, ha incrementado demasiado. Por lo que es más común llegar a un hogar y encontrarse con al menos un perro o gato, sin embargo también podemos encontrar peces, aves o hasta mini pigs.
Al ser animales domesticados y de compañía las mascotas acostumbran a vivir en la casa de la familia que las adquiere. Pero no sólo sirven para estar en el hogar. Cada una de ellas necesita y merece un cuidado, ya que cuando llega contigo se vuelve un miembro más de la familia y primordialmente porque es un ser vivo. Además es lo mínimo que se merecen porque ellos siempre demostrarán su cariño.
Cada día estos animalitos son más valorados, pues más allá de brindar diversión y compañía, su presencia tiene un impacto positivo en la salud física y mental de las personas, haciendo que la calidad de vida y la sensación de bienestar aumente.
La presencia de cualquier tipo de mascota influye en el estado de ánimo de los dueños o de quienes conviven con ellas. Se ha demostrado que tener un animal de compañía es un gran remedio contra la depresión porque su compañía aumenta la sensación de seguridad y protección.
La lealtad, el cariño y la alegría que le transmiten los animales a los seres humanos ayudan a la estimulación de las habilidades sociales que se ven reflejadas en una mejor interacción y convivencia con los seres vivos que lo rodean.
También ayudan a mantener un buen estado físico ya que al pasearlas los dueños hacen ejercicio y se mantienen en movimiento lo cual ayuda a prevenir dolencias físicas como ataques cardíacos y los mantiene menos propensos a sufrir enfermedades cardiovasculares.
Por último y no menos importante, el tener contacto con las mascotas ayuda a fortalecer el sistema inmunológico de nuestros pequeños propiciando que se reduzca el riesgo de desarrollar alergias o contraer algún tipo de virus.
Además de todos estos beneficios, en los niños juega un rol aún más importante porque contribuye en el desarrollo educativo y social; los obliga a asumir responsabilidades y a aprender valores como el respeto por los demás, aumenta su autoestima y mejora su integración en la familia. Además, los animales desarrollan la capacidad en los niños de cuidar de alguien y fomentan el sentimiento de competencia y seguridad: los dos indispensables a desarrollar en el primer ciclo de la vida del niño para conseguir su correcto equilibrio emocional.
Las personas que durante su niñez han tenido contacto con un animal de compañía aprenden valores como la compasión y la empatía, importantes para mantener una relación interpersonal positiva con otras personas. La relación con los perros o los gatos sobre todo, ejerce como estabilizador de la conducta infantil, contribuye a fomentar la alegría y a eliminar la tristeza así como a disminuir los miedos que son normales en la infancia.
Además, según un estudio de la Fundación Affinity, para el 46% de los niños el animal es percibido como la principal fuente de apoyo emocional después de los padres. Los lazos afectivos con el animal de compañía ayudan a superar la sensación de miedo o tristeza, ya que el niño recurre de forma habitual a su perro o gato para abrazarle y encontrar alivio en estas situaciones. Este comportamiento se repite cuando al niño se le presenta un problema, ya que busca a su animal de compañía como fuente de consuelo en la misma medida que a sus padres.
En otros escenarios de más felicidad del niño como sus momentos de ocio, el 50% asocian al perro o gato con su “compañero de actividades y juegos” e incluso ocho de cada diez niños de entre 9 y 12 años prefieren jugar con sus animales de compañía antes que con videojuegos.
Es por estos aspectos que el convivir con un animal doméstico nos ayuda a mantener un equilibrio en nuestra vida y además nos darán un cariño totalmente sincero.