El término “lengua materna” fue utilizado originalmente por monjes católicos para designar el idioma que usaban en lugar del latín cuando “hablaban desde el púlpito”. Pero no se trata de una frase fortuita: durante siglos, el estrecho vínculo entre madre e hijo ha hecho suponer que los niños adquieren el lenguaje principalmente de ellas.
La expresión describe la lengua a la que una persona se expone por primera vez y que aprende desde su nacimiento, dominándola mejor que cualquier otra. Sin embargo, ésta no es forzosamente su “primer idioma”. Éste es el que se adquiere de manera natural por medio de la interacción con el entorno inmediato y que usamos todos los días, y no tiene que ser sólo uno, ya que en las familias multiculturales pueden ser dos o tres. Es por ello que, en la actualidad, ya no hablamos únicamente de “lengua materna”, sino también de “idiomas familiares” para definir los lenguajes que un pequeño usa con su mamá y su papá, la niñera, en la escuela o guardería, o tal vez gente local.
A pesar de que los lingüistas modernos reconocen la importancia de ambos progenitores en el aprendizaje de idiomas, es un hecho que las madres son las que mayoritariamente se quedan en casa con los hijos, por lo que interactúan y les acompañan en su desarrollo intelectual mediante actividades diarias. Es por ello que las mamás pueden impulsar el manejo de una lengua nativa, pero también de una segunda y tercera en sus hijos a una edad temprana.
Emily Hardy, coordinadora académica de los programas para niños y jóvenes del British Council en México, nos dijo que “La creencia de que hablarles a los pequeños en más de un idioma los confunde es falsa. Familiarizarlos con una lengua extranjera como el inglés desde chiquitos les permitirá aumentar sus conexiones cerebrales y lograr mayor desarrollo cognitivo, lo que les ayudará en todos los aspectos de su vida personal y académica”.
Uno de los métodos más reconocidos para propiciar este conocimiento es el habla dirigida a niños (infant o child directed speech). Es cuando conversamos con los bebés e infantes mirándolos directamente y con un lenguaje simple y claro. También se puede combinar con otro tipo de estímulos, como mostrarle objetos, imágenes o sonidos.
Finalmente, no hay que subestimar la importancia de la lectura en voz alta: léele a tu pequeño todos los días en el idioma que desees inculcarle, usa relatos sencillos y llama su atención sobre aspectos específicos de las historias. Utiliza cuentos más largos y complejos a medida que va creciendo para estimular la conversación y tómate el tiempo para explicarle el vocabulario. “Las historias son una poderosa herramienta para el aprendizaje de un idioma, ya que son divertidas y fáciles de recordar. Es por ello que son utilizadas en nuestros cursos para niños y jóvenes junto con otras actividades, como juegos de drama y manualidades”, agrega Hardy.
Si bien hoy en día el significado de “lengua materna” ya no es el mismo que hace un par de siglos, nadie puede negar el papel fundamental de las madres en la enseñanza de idiomas mediante historias, canciones o juegos, los cuales crean un vínculo emocional que dura toda la vida.