Muchas veces empezamos a pedirles a los críos las cosas bien y la segunda también, pero cuando uno llega a la quinta ocasión pues ya no es en el mismo tono ¿cierto?, en otras ocasiones pasa que cuando uno está muy cansada después de un largo día, y el crío no hace caso, entonces pedimos a gritos las cosas, sí, efectivamente todas lo hemos hecho, sin embargo, enseñarles a nuestros críos siempre será mejor sin gritos. Está comprobado científicamente que los gritos sólo generan miedo y estrés. Pero sí, a muchos padres les cuesta mucho no perder los nervios. Por eso, hoy queremos darte algunos tips para no gritar a los niños o por lo menos comenzar a intentarlo.
1. El primer paso es reconocer que gritamos demasiado y querer poner fin a este problema. Una vez que lo reconozcas, seguro que pones todo por tu parte para dejar de hacerlo.
2. Aprende a controlar tus emociones. Los gritos no son más que los truenos de la ira. Si destapas la caja de la furia, lo más normal es que salga mediante gritos y más gritos. Por eso, debes aprender a canalizar esa ira. ¿cómo? Existen muchos métodos de relajación, meditación o Mindfulness que pueden ayudarte, también puedes buscar espacios para ti y hacer lo que más te gusta como leer, ejercicio, yoga, hablar con tus amigas, el chiste, es canalizar esas emociones negativas en positivas.
3. Ejercita la paciencia. Sí, la paciencia se entrena. Tal vez pienses que es algo con lo que se nace, y que por eso tú no eres nada paciente. Nada más lejos de la realidad. Con determinación, control de las emociones… conseguirás tener más paciencia cada día. Y podemos empezar por respirar, una psicóloga me decía siempre, “regresa a lo básico” y sí es que la respiración llena tu cuerpo y mente de oxígeno y éste ayuda a que uno se calme y piense mejor.
4. Recuerda la edad de tus hijos. No te pongas a su mismo nivel. Ellos son niños. Tú, su adulto de referencia. Los niños hacen cosas de niños y cometen errores. Tú estás ahí para guiarles y decirles cómo corregir esos errores. Y por supuesto, entre tus funciones está la de repetir a tus hijos cien veces las mismas cosas.
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5. No pagues tus problemas con tus hijos. Muchas veces, llegamos a casa después de tener un mal día en el trabajo… y lo pagamos con las personas menos indicadas: los hijos. De pronto una pequeña gota hace que se colme el vaso, y estallas como una olla a presión. Antes de entrar en casa, tras un mal día en el trabajo, realiza algún ejercicio de relajación o Mindfulness para deshacerte de la ira.
6. Cuenta hasta 10. Cuando te sientas muy enfadado y a punto de gritar, imagina que te metes en una burbuja y allí dentro, cuenta hasta 10 y mientras cuenta respira, de esta manera te relajas y vas dejando tu enojo a un lado.
7. Nunca pierdas el respeto por tus hijos. Si terminas gritando con insultos y humillaciones hacia tus hijos, perderás todo el respeto, ya que tú tampoco demuestras ningún respeto hacia ellos.
8. Busca otras técnicas para que te obedezcan. Por ejemplo, recuérdale algo que hace bien, plantearle aquello que quieres que cambie porque consideras que no hace bien, y terminas agradeciendo que vaya a a intentarlo y a esforzarse. Ya sabes, educación en positivo.
9. Aprende a pedir perdón. Una buena forma de enseñar a tus hijos a pedir perdón, es pidiéndoselos a ellos. Nada como el ejemplo. Si en algún momento te pasaste y no controlaste tu ira, ves y pide perdón. Claro que lo entenderán. Y te perdonarán.
10. Pacta con tu pareja este tipo de educación. Si tú consigues eliminar los gritos pero tu pareja continúa con ellos, habrás arreglado el problema ‘a medias’, entonces es importante que te sientes y le digas lo que implica para ti y para ellos hacerlo y poco a poco irá viendo tu ejemplo y empezará también a realizarlo.
Cuando los niños sólo obedecen a la señal de un grito, aprenden que deben obedecer cuando la persona que les manda está realmente enfadada. A la larga, los gritos incluso perderán efecto. Y no, los hijos no deben obedecer porque sus padres estén enojados. De ser así, cuando crezcan, buscarán constantemente un modelo autoritario, además, los gritos solo generan miedo y tampoco queremos que aprendan a través de éste.
Y sí, los gritos son un arma de destrucción masiva de la autoestima. Tu hijo terminará obedeciendo, por miedo, pensando que no confías en él y que todo lo hace mal. Su autoestima irá menguando con el tiempo. Y cuando crezca pueden pasar dos cosas: que utilice las mismas herramientas que le enseñaste de pequeño con todos los demás, y se convierta en alguien autoritario y agresivo, o bien que se hunda y se encierre bajo el caparazón del miedo y se convierta en un adulto asustadizo y lleno de complejos.
Entonces hoy puede ser un buen día para comenzar a cambiar nuestros hábitos y dejar de gritar en casa.
Información de Guíainfantil.com
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