Después de 3 meses de confinamiento en donde a nadie nos termina de quedar claro cuándo es que esta situación va a terminar, es muy normal que podamos sentir ansiedad, estrés, dificultad para conciliar el sueño, irritabilidad o dificultad para concentrarse, según los expertos
Trabajar desde casa, relajar la agenda de actividades o no tener que llevar a los hijos a las actividades extraescolares, podría parecer un sueño hecho realidad para que los papás viviéramos nuestra maternidad y paternidad de una manera más relajada y plena, sin embargo, más que un sueño hecho realidad, se convirtió en una fuente de estrés para muchos, ya que se nos cargó la chamba de manera significativa.
El trabajar desde casa no fue lo único que nos pusieron en manos, pues tuvimos que convertirnos en maestros (muchos simultáneos con varios críos y con chamba) más los quehaceres del hogar, más el estrés que por sí solo conlleva la crisis sanitaria, sumado a la gran prueba de tener el control, la paciencia y la organización para poder manejar todo esto.
La cuarentena si bien nos ha permitido pasar más tiempo con la familia y plantearlo de manera adecuada nos puede servir para estrechar lazos y enriquecernos del conocimiento mutuo, asentar valores y crear un clima de seguridad y confianza. No obstante, también es habitual que aparezcan sentimientos de culpabilidad y podemos vernos sobrepasados por no poder cumplir con las expectativas que nos hemos creado, como con respecto a los horarios de las rutinas de sueño e higiene o de acompañar a nuestros hijos en sus clases virtuales y a su vez teletrabajar y sentirnos productivos. Podemos sentir que no podemos dedicar a nuestros hijos tiempo para ayudarles en las tareas del colegio o que les dejamos que jueguen más de lo que nos gustaría con los videojuegos o viendo TV.
Focalizar toda nuestra actividad en casa en áreas tan diferentes como trabajo, cuidado de los hijos y ocio puede resultar todo un reto, que de no ser bien gestionado puede crear en los padres sentimiento de culpabilidad, estrés o hasta enojo debido a la falsa creencia de que tenemos superpoderes y podemos llevar a cabo todo lo que nos propongamos sin tener en cuenta que, en la consecución de las metas influyen aspectos que no dependen solo y exclusivamente de la motivación que tengamos para alcanzarlas, sino a su vez de otros aspectos externos e internos que escapan a nuestro control, como el estado de ánimo, la capacidad de adaptación de nuestros hijos, la cantidad de tareas que mandan o si contamos con apoyos.
Nuestro cuerpo sufre también las consecuencias de vernos sobrepasados por sacar adelante las responsabilidades diarias en casa por la cuarentena debida al coronavirus. La falta de sueño es uno los síntomas que pueden aparecer.
Integrar en el mismo escenario doméstico, facetas tan diferentes como el cuidado y educación de los hijos, el teletrabajo o el ocio durante la cuarentena por una pandemia puede resultar más llevadero e incluso convertirse en un cambio que nos conduzca al crecimiento personal con pautas, como:
Dedicar tiempo a nuestro espacio personal . Disfrutar de momentos en soledad realizando actividades para uno mismo, como leer un libro, practicar deporte o hacer manualidades.
Rebajar el nivel de autoexigencia como padres. Ser conscientes de que no siempre podremos cumplir con nuestras expectativas y no por ello cuestionar nuestra capacidad como progenitores.
Plantear metas realistas y a corto plazo . Enfocarse en el momento y no tanto en el futuro y en cómo nos gustaría que fuera nos ayuda a rebajar nuestro grado de estrés.
Establecer horarios flexibles . Un horario consensuado entre todos los miembros de la familia ayuda a reducir la incertidumbre que acompaña al confinamiento y proporciona seguridad y estabilidad familiar. De esta manera, se puede planificar, con flexibilidad, el momento de la siesta, del descanso nocturno, de silencio para trabajar o de actividades familiares.
Alternar el trabajo con momentos de ocio . Crear espacios y tiempos diferentes para cuestiones laborales y ratos de descanso ayuda a diferenciar ambas áreas.
Entrenar nuestro cerebro . El cerebro es un órgano que se alimenta de estímulos para su desarrollo. Preservar su salud es importante para prevenir la aparición de posibles patologías, como el deterioro cognitivo y se puede conseguir con actividades como jugar al ajedrez, hacer meditación o escribir un diario.
Hacer deporte . Favorece nuestro bienestar físico y mental. Con la actividad física, estimulamos la producción de endorfinas, sustancias químicas que genera el cuerpo y que proporcionan sensación de bienestar. El deporte también nos ayuda a gastar nuestra energía física para tener un sueño reparador.
Reconocer y verbalizar las emociones que sentimos. La comunicación es la clave para crear un clima de confianza y bienestar con la gente que nos rodea.
Pedir ayuda cuando nos sentimos superados por la situación . Reflexionar de vez en cuando, sin juzgar nuestras actitudes y conductas, facilita la toma de conciencia de cuándo la situación de confinamiento, como padres, nos produce un desgaste emocional importante que nos sobrepasa y necesitamos ayuda porque repercute en la dinámica y el buen funcionamiento familiar.
Ya falta menos papás, respiremos, busquemos nuestros espacios y pensemos que estamos dando lo mejor de nosotros.