El día de hoy hablaremos de un tema de suma importancia para nuestros críos. Primero debemos saber que el miedo y la ansiedad son respuestas psicofisiológicas que surgen como reacción a una
amenaza en un momento determinado, ya esté la misma presente o sea imaginada.
Los miedos infantiles evolutivos son una emoción que surge con el propósito de preservar el desarrollo infantil, ya que son necesarios para la supervivencia de la especie. Es frecuente que los pequeños tengan miedo a fantasmas, a que alguien se meta en casa por la noche o a animales que jamás han visto.
Dichos miedos tienden a ser compartidos por niños y niñas en función de su edad de desarrollo:
Primer año: Estímulos intensos o desconocidos, como ruidos fuertes y personas desconocidas para el bebé, ajenas a su contexto.
Hasta los seis años: Animales, tormentas, oscuridad, seres fantásticos como brujas o fantasmas, catástrofes y separación o divorcio de los padres.
Seis a doce años: Miedo al daño físico, al ridículo y, más próximo a la adolescencia, a las enfermedades y accidentes, al bajo rendimiento escolar y a las desavenencias entre los padres.
Doce a dieciocho años: Prevalecen los miedos relativos a las relaciones interpersonales y la pérdida de la autoestima.
Como mamá y papá podemos ayudarlos de esta manera:
Mostrar afecto y protección tanto verbalmente como con acciones no verbales.
Procurar que el niño exprese su emoción y validarla.
Nombrar la emoción y explicarle que lo que siente es desagradable, pero que le prepara para enfrentarse a lo que teme.
Normalizarlo sin quitarle importancia.
Creer que son capaces de superar su miedo y transmitírselo.
Sin embargo, debemos ser cuidadosos y buscar la ayuda de un experto si el miedo llega a ser extremo en nuestros críos y evita que se desarrollen diariamente.
Imagen de Guíainfantil.com
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