Ser papás no es fácil, ningún niño viene con instructivo y cada crío es diferente, y hoy en día tenemos tanta información que se vuelve un arma de doble filo. Sin embargo, algo que creo que todos tenemos claro es formar chavos de bien, pero entre la información o no información con la que contamos, la línea entre hacerlos tiranos y chavos de bien, se vuelve muy delgada. Es por eso que podemos darles una educación respetuosa, pero siempre poniendo límites.
Te contamos cómo es que se pueden convertir en tiránitos.
1. Influencia del estilo educativo de los padres
Hemos pasado una educación estricta y de alguna manera autoritaria, a una educación –en muchos casos- en que no se sabe muy bien cómo marcar los límites a los niños. Los padres no asumen el rol de educadores ya que, en general, durante la semana se pasa poco tiempo con los hijos y son otros (abuelos, cuidadoras, etc.) los que asumen ese rol.
Otras veces, existe una evidente discrepancia entre los mismos padres en cómo educar a los niños, ya sea por falta de criterio, porque los padres están separados o porque simplemente falta una comunicación fluida dentro de la pareja.
2. Influencia social
Los niños se están criando en una sociedad consumista, donde prima lo inmediato y lo que se consigue sin esfuerzo. Una sociedad, en definitiva, que premia el éxito fácil y rápido.
Los niños pasan muchas horas viendo la televisión exponiéndose a una serie de mensajes hedonistas e individualistas donde no se reflejan valores como la disciplina o el respeto. En este panorama es donde se deben mover los padres que, la mayoría de las veces, se sienten desbordados ante la crianza de sus hijos.
- Pasar más tiempo de “calidad” con sus hijos: escucharlos, hablar con ellos, jugar y compartir momentos presentes. En estos evita traer celulares o alguna distracción, que sepan que es su momento.
- No intentar ser amigos de los hijos. Imponer disciplina y respeto. Sin dejar de, por supuesto, ser cariñosos con ellos.
- Establecer unas normas y límites claros, si solo gritamos, pero no dejamos claro que sí, que no y el porqué, ellos se pierden.
- Unificar criterio para con ellos. La voz de los padres debe ser “una” respecto a la educación de los niños, si uno da un mensaje y el otro distinto, ellos no entenderán y se vuelve confuso.
- Lograr que los niños se responsabilicen poco a poco de ciertas tareas. Se les pueden ir dando conforme su edad.
- No sobreproteger a los niños. Perder el miedo a decirles “No”. Frustrar sus expectativas de vez en cuando.
- No etiquetar al niño como “malo” ni con ninguna etiqueta peyorativa.
Si no estás seguro si tienes uno en casa, algunas características son:
- Casi siempre se muestran tristes o enfadados.
- Tienen un sentimiento exagerado de la propiedad. La frase que más les gusta es: “¡Es mío!
- Muchas veces utilizan la rabieta, pataletas o gritos, para conseguir lo que desean.
- Exigen continuamente atención por parte de sus padres.
- No soportan la frustración: no saben admitir un “No” por respuesta.
- Discuten siempre las normas que se les imponen.
- No reconocen las figuras de autoridad, ni en casa ni en la escuela.