Cuando los padres se divorcian, el impacto emocional es muy fuerte para los hijos. Con la desintegración de su hogar, los niños tienen que pasar por un periodo de adaptación a su nueva situación y duelo, el apoyo de ambos padres es indispensable para que la separación no sea tan dolorosa y para que los niños puedan continuar con su vida. Compartir una crianza responsable, resulta beneficioso para el desarrollo del menor.
Sin embargo, hay padres separados que solo se enfocan en sus conflictos y hacen de la crianza de los hijos una competencia involucrándolos en situaciones nada sanas para ellos, como por ejemplo hacer de informante sobre lo que hace o dejar de hacer el otro padre o saltándose las reglas y límites permitiendo que el niño se duerma más tarde, que coma alimentos insanos o comprándole regalos costosos para ganarse su preferencia y presentarse ante su hijo como el padre divertido y que lo entiende.
Los efectos que genera un divorcio o una separación, repercuten en el entorno y la vida del niño, para él ya es demasiado doloroso tener que dejar de ver a uno de sus padres o decidir con quien se tiene que ir, posiblemente cambiar de casa, de colegio, dejar de ver a los amigos y otros familiares como abuelos o primos.
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Para los niños es más fácil de superar estos cambios y les genera menos estrés, si los padres participan en su crianza de manera positiva, pacífica y respetuosa donde ambos colaboren, se comuniquen y decidan lo que es mejor para su hijo.
Para que un menor pueda recuperar su confianza y tranquilidad y su vida continúe, debe desarrollarse en un entorno de cariño, donde sus padres se respeten y lleguen a acuerdos para atender sus necesidades, la estabilidad del pequeño depende en gran medida de sus papás.
Los padres deben dejar de competir por el cariño de sus hijos y decidir lo mejor para su bienestar. Ponerse de acuerdo sobre dónde estudiarán, sobre su salud, establecer reglas y límites claros para no confundirlos y que se sigan por igual en los dos hogares donde vivirá con alguno de sus padres. Otro punto, es que como padres dejemos de hablar mal del padre ausente, por el contrario, estimulemos su presencia pues para el niño es muy importante contar con los dos.
Igualmente, evitemos discutir con nuestra pareja delante de los niños ya que los problemas de los adultos son de los adultos y no de los niños. Los desacuerdos con la pareja, dañan emocionalmente a los niños recordemos que ellos siempre están cerca y atentos a lo que hacemos y decimos, seamos un modelo para el sano desarrollo de nuestros hijos, dotémoslos de las herramientas necesarias para que puedan afrontar situaciones futuras.
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