Cuando uno piensa en besos piensa en amor, en acercamiento y sí, todo parecería positivo desde ese punto, el tema es que cuando uno se convierte en mamá, por lo menos en mi caso, resulta que te topas con acontecimientos que hicieron que me cuestionara si en realidad todo era positivo sobre el tema.
Cuando Diego era pequeño y decidí regresar a trabajar, se quedaba en casa de mis abuelos con mi mamá, pero obvio por ser personas grandes y verlos a diario “tenía” que llegar y dar beso, al igual que cuando se despidiera. Un día le pedí que se pasara a despedir porque ya nos íbamos y su respuesta muy segura y concreta fue “no, no me gusta darles beso y que me den”, al principio no supe qué hacer, pues en temas sociales estamos acostumbrados a que si eso no sucede, es una descortesía y mucho más cuando se trata de miembros de la familia, sin embargo decidí escucharlo y respetar esa decisión.
Después de esto, decidí investigar un poco y me topé con que obligar a los niños a dar muestras físicas de su afecto los hace vulnerables al abuso sexual y a las conductas sexuales de complacencia, me espanté y entonces tomé la decisión de hablar con él y decirle que tiene todo su derecho a decir que no, que si no quiere besar o abrazar a otras personas, incluso a mí o a su papá, que no lo haga. Desde entonces, decidí respetarlo y no invalidar sus instintos y decisiones a negarse a besar o tocar a alguien que no quiere. Asumo que es su cuerpo, no el mío.
Les comparto la información que leí: “Cuando forzamos a los niños a someterse al afecto no deseado para evitar ofender a un familiar o lastimar los sentimientos de un amigo, les enseñamos que sus cuerpos en realidad no les pertenecen porque tienen que dejar a un lado sus propios sentimientos sobre lo que se siente bien para ellos”, dijo Irene van der Zande, cofundadora y directora ejecutiva de Kidpower Teenpower Fullpower International (Poder total de niños y adolescentes), una organización sin fines de lucro especializada en enseñar seguridad personal y prevención de la violencia.
“Esto lleva a que los niños sean abusados sexualmente, a que las adolescentes se sometan a comportamientos sexuales para ‘que yo le guste’ y a que los niños soporten el bullying porque todos están ‘divirtiéndose’”.
Por otra parte, Ursula Wagner, especialista de salud mental comenta, que forzar a los niños a tocar a la gente cuando no quieren, los deja vulnerables a los pederastas, la mayoría de los cuales son personas conocidas para el niño del que abusan. Ninguno de los niños víctimas de abuso sexual o ataque sexual que ha atendido, ha sido atacado por extraños, dijo.
Es muy respetable lo que cada papá decida al final del día hacer con este tipo de decisiones, sin embargo a mí, me pareció muy importante y por eso quise compartirles lo que encontré en este artículo, además de haber estudios que lo comprueban, para considerarlo más allá de quedar mal ante los tíos o los familiares. Para mí, hoy es más importante respetarlos a ellos, que quedar bien con los demás.
Para no ser groseros, lo que hoy en día yo le he dicho a mis hijos, es que cuando lleguen a los lugares digan “buenos días, buenas tardes, buenas noches, hola”, pero jamás obligarlos a besar si ellos no se sienten cómodos.
Los invito a reflexionar en el tema y compartirlo si lo creen conveniente.