Investigaciones recientes revelan que autocriticarse de forma recurrente y excesiva es una práctica que los niños interiorizan y aprenden de los adultos, por lo que podría tener las mismas repercusiones negativas que las etiquetas que se ponen directamente a los niños y podría llevarlos a desarrollar actitudes hipercríticas, incluso ansiedad y depresión.
De acuerdo con Patricia De la Fuente, especialista en educación y directora de Servicios Educativos para el Desarrollo Infantil (SEDI) ser comprensivos con nosotros mismos beneficia también a los niños, sobre todo en el desarrollo de habilidades socioemocionales, de ahí la importancia del respeto, no sólo a los demás, sino también a nosotros mismos.
La psicóloga infantil explicó que una forma de explicar el respeto a los niños es ser considerado con los demás; comprender y aceptar las diferencias; valorar y mostrar aprecio por la vida, por nuestros padres, por la gente mayor, por todas las personas y por todos los seres vivos igual que por la naturaleza, por nuestros recursos materiales. Tener muy presente y aprovechar adecuadamente el tiempo propio y ajeno; valorar la comida y el agua y no malgastarlas.
Otra forma de mostrar respeto, como una forma de poner el ejemplo a los niños, es apreciar las creencias, costumbres y tradiciones de nuestra cultura y de todas las culturas del mundo. Es respetar los derechos de los demás; ser cortés, mostrar buena educación, buenos modales y auto-respeto. Evitar criticar a los demás e incluso a uno mismo en forma destructiva.
Patricia de la Fuente, nos comparte algunas formas de fomentar el valor del respeto en los niños:
- Cuida tu forma de hablar. El vocabulario que usamos en casa y en el coche es el modelo que nuestros hijos están siguiendo. Puede parecer gracioso que el niño sea mal-hablado en un principio, pero es fundamental que se exprese con respeto hacia los demás desde la edad más temprana. Cuidemos cómo nos expresamos de los demás, especialmente de la gente que no nos cae bien.
- Demuestra con tu ejemplo en acciones cotidianas como el cuidado del agua y de todos los recursos materiales y propiciando su conservación y aprovechamiento óptimos. Hoy en día vivimos en un mundo en que todo es desechable. Es fácil para los niños creer que todo se puede reponer y muchas veces no es así.
- Respeta el tiempo de los demás. Sé puntual y orienta a los niños para serlo también. Es importante no hacer esperar a otras personas. El buen hábito de la puntualidad es algo que les servirá toda la vida y es muy apreciado por todas las personas.
- Respeta las pertenencias de otros. Hay que pedir permiso antes de tomar las cosas. El pedir permiso no implica un “sí” automático; hay que esperar la respuesta del dueño. Hay que regresar las cosas en las mismas condiciones como nos las prestaron y hacernos responsables en caso de un daño y repararlo o sustituirlo si fuera necesario. De igual manera hay que respetar los espacios de otras personas.
- Respeta las diferencias de pensar y actuar de los demás. Es difícil aceptar estas diferencias porque las similitudes nos confortan y las diferencias, a veces, nos incomodan. Los niños van a estar muy atentos ante nuestras reacciones al manejar diferencias en todos los aspectos. Recordemos: “diferente sólo es diferente; diferente no es equivocado”.
- Respeta cuando otros estén hablando. Aprende a escuchar. Presta atención y ten suficiente auto-control para no interrumpir durante ceremonias, eventos sociales o presentaciones públicas, como el cine, el teatro. Debemos esperar nuestro turno para hablar o dar una opinión. El interrumpir es una falta de respeto.
Recordemos que si ofrecemos respeto, recibiremos respeto a cambio.