Hoy en día se escucha mucho sobre los niños con TDA o hiperactividad y si tú tienes un hijo con hiperactividad seguro que éstas haciendo muchas otras preguntas. Te platicamos un poco sobre el tema.
Los síntomas que caracterizan el «Transtorno de Déficit de Atención con Hiperactividad» (TDAH) son la impulsividad, la hiperactividad y la baja atención. Pero, sin duda, lo que ayuda a detectarlo es observar si un niño manifiesta con frecuencia las siguientes conductas:
- Su comportamiento es infantil para su edad, excesivamente inquieto y dependiente; más propio de un niño de menor edad.
- Le cuesta concentrarse, no mantiene la atención cuando es necesario.
- Es desorganizado y suele hacer los trabajos con una baja calidad.
- Frecuentemente deja los trabajos sin terminar o interrumpe los juegos.
- Está continuamente levantándose cuando debería estar sentado, por ejemplo, en la clase o a la hora de comer.
- Es muy impulsivo, hace las cosas sin meditarlas previamente.
- Mueve mucho las manos y los pies.
- Suele interrumpir a los demás cuando están hablando o realizando alguna actividad.
- Siempre está corriendo y saltando, como si tuviera un motor en marcha.
- Le cuesta relacionarse con otros niños debido a que siempre está cambiando de juego, no respeta los turnos y no sigue las reglas del grupo.
- A menudo pierde cosas o las olvida.
- Es desobediente y su comportamiento provoca las quejas de sus profesores.
Si tu hijo cumple algunos de los puntos expuestos aquí, sería importante que acudieras con a un profesional para diagnosticar o descartar el trastorno de hiperactividad en tu crío.
Si tu crío ya está diagnosticado, te compartimos algunas técnicas y estrategias para ayudar al niño hiperactivo
- Fíjate en todas aquellas cosas que tu hijo hace bien y refuérzalas mucho.
- Cuando te propongas nuevos objetivos debes ir siempre de lo más simple a lo más complejo.
- Los objetivos deben ser muy concretos, fácilmente comprensibles por el niño. Un objetivo no será «recoger el cuarto» sino, por ejemplo, «colocar cada juguete en su sitio, guardar los zapatos debajo de la cama y que no haya nada tirado por el suelo».
- Los refuerzos o castigos deben seguir de cerca a la conducta que pretenden modificar. Una forma de que se acostumbre a esperar es reforzarle por medio de puntos que más adelante podrá cambiar por un premio.
- Para que los refuerzos materiales sean útiles deben ser algo que el niño desee y que no pueda conseguir fácilmente por otros medios.
- Recuerda que un castigo debe ir acompañado de una explicación sobre cómo debería haber actuado.
- Aunque utilices refuerzos materiales es importante reforzar a nivel afectivo y emocional: muestras de afecto, frases como «lo has hecho muy bien, estoy muy contenta», «¿has visto como podías hacerlo?, mira qué bien que te ha quedado», etc.
- Los refuerzos no tienen por qué ser siempre materiales o individuales: pueden ser sociales o familiares, por ejemplo: ir al cine todos juntos, hacer un picnic, ir a pasar el fin de semana a casa de unos amigos, etc.
- Los puntos sólo se ganan o se pierden en función de lo acordado. Es decir, si acordasteis que ganaría un punto cada vez que se cepillase los dientes antes de ir a dormir, y ese día lo hace pero se porta mal, no le quites el punto como castigo.
- No olvides cumplir siempre tu parte del acuerdo.
- Una estrategia muy útil para mejorar la resolución de problemas es que el propio niño evalúe sus resultados. Para ello podemos enseñarle a seguir mentalmente un esquema similar a éste: plantearle si ya ha acabado lo que tenía que hacer y cómo es el resultado. Si lo ha hecho bien se da por acabado. Si cree que no, enseñarle a pensar qué puede mejorar según la actividad que estaba llevando a cabo.