Hace unos años se puso muy de moda el tema de las vacunas, antes no se cuestionaba, simplemente lo hacíamos, de repente alguien que se equivocó y publicó un error, error que después se retiró, sin embargo, a pesar de que ya pasaron varios años después de que este doctor se equivocara y lo dijera, aún hay gente que cree que no es buena idea usar vacunas.
Según la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMMIF), la vacunación previene de dos a tres millones de defunciones al año, pero si mejorara podría evitar otro millón y medio[1], por lo que el regreso a clases representa una oportunidad para concientizar a la población sobre la importancia de cubrir toda la Cartilla Nacional y sus refuerzos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ampliación del acceso a la vacunación es fundamental para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sustentable: la inmunización sistemática es pilar fundamental de una atención primaria sólida y de la cobertura sanitaria universal, pues permite establecer contacto con el sistema de salud desde el nacimiento y ofrece a los niños la posibilidad de tener una vida saludable desde sus primeros días.[2]
En México, el Programa de Vacunación Universal es gratuito en todas las instituciones públicas —Secretaría de Salud, IMSS, ISSSTE, Sedena, Semar, DIF, Pemex— y el Esquema Nacional de Vacunación para menores de 12 años los protege contra 14 enfermedades: tuberculosis, poliomielitis, difteria, tosferina, tétanos, sarampión, rubéola, parotiditis, hepatitis B, pentavalente acelular, influenza estacional, neumocócicas invasivas, rotavirus y virus de papiloma humano.[3]
Sin embargo, menos de 35% de los niños entre 24 y 35 meses han recibido completas sus vacunas, a 54% le hace falta una o más vacunas para completar su Esquema Nacional de Vacunación y 6% no ha recibido ninguna.[4]
Aun cuando la cobertura de vacunación en México podría ser mayor, considerando que es frecuente que los niños no porten su Cartilla Nacional de Salud el día que reciben la segunda dosis, se deben mantener los esfuerzos para mejorar los niveles de inmunización en la población infantil, sobre todo en zonas urbanas.
En marzo pasado, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave) identificó tres casos de sarampión en la Ciudad de México: una mujer de origen italiano de 39 años, su hijo de un año de edad y una mujer de 48 años, que trabaja como cuidadora del menor. Los tres casos fueron confirmados por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE).[5]
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los tres casos fueron clasificados como asociados a importación. La enfermedad fue contagiada por una persona infectada que vino a México, lo que es sustentado por la ausencia total de circulación del virus en el país durante los últimos dos años y por el hecho de que no se tienen registros de casos autóctonos de sarampión desde 1996.[6]
Italia es el segundo país europeo con más casos de sarampión registrados en 2017, con cinco mil seis. Entre las causas del problema, señalan la disminución de la cobertura de inmunización sistemática general, la baja cobertura en grupos marginados y sistemas de vigilancia de bajo rendimiento.[7]
La inmunización es una de las intervenciones sanitarias más exitosas y rentables: un estudio de la Universidad John Hopkins calcula que cada dólar invertido en inmunización tiene un retorno de 44 dólares.[8] A lo largo de las últimas décadas, las vacunas han erradicado la viruela, reducido la incidencia de la poliomielitis en un 99% y disminuido la enfermedad, discapacidad y muerte a causa de la difteria, tétanos, sarampión, tosferina, influencia tipo b y meningitis meningocócica.[9] Los nuevos avances científicos enfilan sus baterías hacia las “vacunas terapéuticas” que están destinadas a combatir enfermedades existentes, como cáncer, alergias, enfermedades autoinmunes y Alzheimer.[10]
En este regreso a clases, la AMIIF exhorta a las familias a revisar sus registros de vacunación de acuerdo con sus edades y a hacer las actualizaciones correspondientes, tanto en niños como en adultos, a fin de prevenir enfermedades que pudieran tener consecuencias de consideración.