Cómo hablar sobre la muerte con los niños

by / Comentarios desactivados en Cómo hablar sobre la muerte con los niños / 1 noviembre, 2017

El año pasado fue un año fuerte y complicado para nosotros, pues en marzo falleció mi abuelito y 4 meses después mi mamá de manera inesperada.

Es la primera vez que vivo pérdidas tan cercanas y en muy poco tiempo, y la verdad, por mucho que uno sepa que va a suceder, pues se siente terrible. Sin embargo, además de pasar por este proceso doloroso, también está el proceso de tenerles que explicar a los niños qué es lo que sucede, sobre todo cuando fueron muy cercanos a esa persona.

Diego creció en casa de mis abuelos, ya que mi mamá lo cuidaba y ella vivía con ellos. Mi abuelito lo buscaba mucho y Diego a él. Recuerdo perfecto el último día que lo vimos, Diego le preguntó que cómo se sentía y él le dijo que de la fregada, Diego me volteo a ver y me dijo –¿mamá qué es de la fregada?- solo alcancé a sonreír y decirle “muy mal amor” vi su carita de “esto no está padre mamá”, traté de explicarle que ya estaba grande y que le dolían mucho sus piernas y que era justo que ya descansara.
Al siguiente día, él ya estaba en el hospital, su sentir de la fregada lo llevó a un tercer infarto cerebral y eso a su vez a la despedida de este lugar.

Los siguientes días fueron complicados y fuertes, enfrentar la noticia, a la familia, el proceso, ver cómo cada personaje lo tomaba y ver a mi mamá y a mi abuelita tan tristes, no fue nada fácil. Justo estando en todo este rollo, lo último que pasó por mi cabeza fue qué decirle a Diego.

Un par de días después de su muerte, veníamos en el coche y me preguntó que si íbamos a ir a casa de los bisabuelos, le dije que no y me cuestionó el porqué. Le comenté que por que en esos momento no se podía, y me solté a llorar. Los niños son sumamente inteligentes y no puede uno toreárselos tan fácilmente, pues percibió que algo pasaba y comenzó a preguntarme que qué pasaba. Entonces, comencé a platicarle y lo que le dije fue lo siguiente:

Yo: ¿Recuerdas que el bisabuelo estaba muy cansado y te dijo que se sentía muy mal?
Diego: sí mamá, ¿por qué se sentía tan mal?
Yo: porque ya estaba muy viejito, tenía 96 años
Diego: eso es muchísimo mamá
Yo: sí amor, entonces eso hace que nuestro cuerpo no funcione igual y el corazón de tu bisabuelo se paró y no lo vamos a volver a ver
Diego: ¿nunca mamá?
Yo: no amor
Diego: -comenzó a llorar desconsoladamente-
Yo: -lo tomé de su mano, lo abracé y le dije: Diego ¿te acuerdas de los angelitos que siempre nos están cuidando? Ahora el bisabuelo está con ellos, se convirtió en un angelito y él ahora nos cuida y nos ve desde el cielo. Él está con Diosito y está muy contento, allá puede correr, platicar, caminar y hacer todo lo que aquí no podía hacer ya.
Diego: ¿mamá y todo el planeta se va a morir?
Yo: sí Diego
Diego: ¿cuándo mamá?, porque yo ya me quiero ir a jugar futbol con Papi (así le decíamos de cariño)
Yo: no sé amor, todos tenemos que morir, pero todos tienen un tiempo distinto, lo único que sí sé, es que cuando eso suceda, lo vamos a volver a ver y nos vamos a poder abrazar y jugar, bailar y hacer todo lo que queramos y va a ser maravilloso.
Diego: -el llanto paró y una gran sonrisa sobre su rostro se formó- mamá estoy contento de que el bisabuelo esté feliz con los angelitos, algún día podremos ir a jugar con él. Mamá, pero ¿y si quiero volverlo a abrazar?
Yo: siempre que quieras abrazarlo cierra tus ojitos e imagina que te abraza y te aseguro que él estará ahí dándote ese riquísimo y maravilloso abrazo.
Diego –sonrisa- ok mamita

Hasta ahí me sentía bien, sentí que todo lo tenía controlado. Sin embargo, meses después, una tarde llegamos por mi mamá para llevarla al doctor y desde que llegamos la noté rara, le pregunté que porqué no se había vestido, y me dijo que estaba muy mareada. Cuando me paré para ir por su ropa, le comenté que le iba a poner unos pants sobre su pijama para llevarla al doctor y cuando me contestó “PUM”, me cayó un balde de agua fría, pues arrastraba la lengua y no podía sostenerse parada. “Algo no está bien”, -dije- y corrí a llamar a una ambulancia, a los pocos minutos de que regresé de haber hecho la llamada, se sentó y me dijo que no veía nada, solo recuerdo comenzar a gritar “mamita, quédate conmigo, ahorita viene un doctor a ayudarte, por favor, quédate aquí, no me dejes”, poco a poco sus ojos comenzaron a cerrarse. Empezamos a hacerle respiración de boca a boca e intentar bombear su corazón, pero cuando la ambulancia llegó era demasiado tarde, su corazón había dejado de latir.

Cuando me percaté de todo eso, Diego estaba paradito ahí, sin decir una sola palabra, solo se pegó a la ventana y desde ahí observó todo “Dios santo, en ese momento no sabía que hacer, el dolor, la sorpresa de la pérdida de mi mamá, aunado a la cara de mi crío de 4 años sin palabras, solo hicieron que me erizara del terror, ¿qué estaba pasando? yo no estaba lista para esto.

Alcance a cargar a Diego y bajarlo y solo preguntaba ¿mamita, a dónde fue mi abuelita?, ¿por qué le gritabas que se quedara contigo?, ¿porqué ya no abre sus ojitos?

Confieso que en ese momento no estaba tan lista como según yo me sentí cuando me preguntó sobre mi abuelo, en ese momento solo pude hincarme y llorar, lo abracé y le dije “amor, tu abuelita decidió irse a jugar futbol con tu bisabuelo a un lugar maravilloso, no lo esperaba tan pronto y eso me llena de una enorme tristeza, porque voy a extrañar muchísimo a mi mamá, pero sé que donde quiera que ella esté, siempre te va a seguir amando y la vas a hacer muy feliz si te ve contento y radiante como siempre te vio”. De lo que continuo recuerdo poco, solo que mi suegra llegó y se los llevó para que nosotros pudiéramos hacernos cargo.

No estoy segura si le dije las palabras adecuadas, lo único que sé, es que jamás imaginé tenerme que enfrentar a esto y que dije solo lo que mi corazón sintió en esos momentos. Pero me siento tranquila, porque sé, que debemos ser honestos y humanos con los niños, no podemos mentirles porque tarde o temprano tendrán que enfrentarse a la muerte de alguien cercano y qué mejor que sepan desde siempre lo que esto implica, y por otro lado, expresar nuestros sentimientos es humano y los ayudamos a contactar con  sus sentimientos a ellos también, además, de que es pésimo tragárnoslos, ya que eso, solo nos afecta a nosotros tarde o temprano,

Sé que aunque le dolió la pérdida de dos seres tan cercanos y a los cuales quería tanto, también, de alguna manera se quedó tranquilo y ahora que habla de ellos lo hace con una sonrisa, de hecho cuando habla de ellos, dice que su bisabuelo está en el cielo con los angelitos y que su abuelita lo cuida cerquita de Dios.